martes, 15 de abril de 2008

Breve síntesis histórica de la evolución de las Relaciones Internacionales.

Las Relaciones Internacionales como práctica surge con la aparición del estado-nación en Europa post medieval, estos Estados son producto de un largo proceso que devino en el viejo mundo después de la caída del imperio romano en manos de los pueblos bárbaros, trayendo como consecuencia la atomización de los antiguos dominios imperiales dando paso a lo que algunos historiadores han llamado “fraccionamiento feudal de la edad media”.

Bajos niveles productivos, la desaparición entre la propiedad privada y la pública, ausencia de instituciones organizadas, el estancamiento intelectual, científico y espiritual, serán las características principales de la alta edad media, periodo que se extiende desde el siglo IV hasta el año 1000 de nuestra era. Por lo tanto tal cosa como un gobierno capaz de controlar un territorio determinado dentro del cual viven y se desarrollan cierta cantidad de población, triple elementos estos para la conformación del Estado nacional, era una quimera.

En los siglos XI al XIV, es decir, en la baja edad media, se comienzan a producir algunos rasgos transformantes en la cosmovisión europea. Karen Jolly, profesora asociada de Historia en la Universidad de Hawai, escribe lo siguiente sobre la baja edad media: fue un periodo dinámico que conformó la identidad y el desarrollo europeos, en parte estimulados por la interacción de Europa con otras culturas de Eurasia y el Mediterráneo. Durante estos años se crearon muchos de los esquemas e instituciones sociales y políticas básicos asociados a la historia europea, y en las islas Británicas, Francia, Alemania, Italia, Europa oriental, la península Ibérica y Escandinavia se fueron dibujando nítidas fronteras políticas e identidades culturales. Entre los siglos XI y XIV, una reacción en cadena de desarrollos en los sectores económico, social y político hizo surgir nuevas tendencias en los campos de la religión, la investigación, la literatura y las artes, tendencias que han conformado la cultura europea hasta nuestros días.

En este período de recobrado dinamismo se sientan las bases para la formación del estado-nación. Las mejoras del las técnicas agrícolas y el comercio, trajo consigo beneficios desde el punta de vista económico. Por otra parte las migraciones contribuyeron a que las fronteras se expandieran y se definieran en torno a un gobierno central que cada vez iba acumulando más poder político y económico, sin embargo no eran los suficientemente fuertes como para que el estado pudiese aparecer como tal.

Las ciudades-estados italianas como Pisa, Verona y Génova, conocidas por su rico comercio con oriente y el norte de África, fueron las primeras en crear una burocracia organizada, incluso llegando a crear “embajadas” permanentes que representaran y defendieran sus intereses económicos ante la gran rivalidad que suponían estas ciudades-estados entre si, la necesidad de llegar acuerdos pacíficos y de comerciar dio como resultado una dinámica diplomacia que fue ejemplo para los posteriores estados nacionales europeos que algunas décadas más tardes se erigirían como los actores políticos del continente. Inglaterra, Francia, Alemania bajo el Sacro Imperio Romano Germánico, España (Unificado los Reinos de Castilla y Aragón), Portugal; Dinamarca, Noruega y Suecia, en Escandinavia; la Hungría de los magiares, la dinastía Piast en Polonia y la Rusia del Reino de Moscú surgirían en el oriente de Europa. Fueron estos los primeros en ir formándose como estados nacionales, dicho proceso se lleva a cabo entre los siglos XIV y XV, llegando a su conformación formal a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII.

La iglesia Católica jugaba un papel de primerísimo orden ya que su poder no solo se basaba en lo moral, religioso o espiritual, como se suponía que debería de haber sido, su poder más que en los cielos residía en la tierra gracias a su enorme riqueza y a la excelentemente bien organizada burocracia eclesiástica. No es por nada que al papa se le conocía como el “Rey de Reyes” y era costumbre que las los reyes recibieran de las manos del papa las coronas en sus testas, otorgando así carácter divino a su designación como soberanos de sus territorios, pero claro está, siempre supeditado al sucesor de San Pedro.

No fueron pocas las guerras de religión durantes este período, las Cruzadas contra los “infieles” son un ejemplo patético de cómo la voluntad del soberano de Roma era determinante en las vidas de millones de personas no solo de los cristianos, sino también de judíos y musulmanes. El Cisma de Occidente hirió el poder papal, pero este se logró mantener e incluso sacaron fuerzas para acabar con los Caballeros Templarios contando con la oportuna colaboración de Felipe el Hermoso de Francia. La reforma de Martín Lutero, quien dividió (sin querer) a la otrora monolítica iglesia, fue el golpe más duro que esta tuvo que enfrentar.

La última gran guerra de religión fue la guerra de los 30 años (1618-1648), la misma se inicia en el Sacro Imperio Romano Germánico entre los cuerpos catolicuorun y evangelicuorum. Lo que comenzó por un asunto religioso, se le agregaron factores políticos y económicos lo que consiguió que el conflicto se extendiera hacia casi toda Europa. La Paz de Westfalia fue el nombre del acuerdo que puso fin a las hostilidades y al mismo tiempo marca el nacimiento del Sistema Clásico Internacional.

Este primer acuerdo internacional nacido en la región alemana de Westafalia, dio como origen el nacimiento del derecho internacional público, sentó las bases para el establecimiento del equilibrio de poder, le restó poder a la Iglesia en asuntos internacionales, confirmó a Francia como potencia hegemónica en Europa en detrimento de su vecina España. Es a partir de entonces que podemos hablar propiamente dicho de un Sistema Internacional en el estricto sentido de lo que esto significa, no obstante los estados convivirían unos 300 años más con imperios plurinacionales como el Sacro Imperio Romano Germánico, el Imperio Austriaco y el Imperio Otomano, que con el devenir de los tiempos pasarían a ser Estados-Nación: Alemania (1870), Austria (1919), Turquía (1920) respectivamente.

El Sistema Clásico Internacional, se extendería desde 1648 hasta el Congreso de Viena de 1815, acuerdo que se llevo a cabo para reorganizar las fronteras europeas que había sido salvajemente trastocadas por las sangrientas y brutales guerras napoleónicas que habían iniciado en 1799 y que enfrentó a Francia contra todas las potencias de primer orden de su época. En esté periodo las guerras por motivos religiosos fueron sustituidas por las que primaban el interés nacional o raison d´etat, los Estados perseguían sus intereses nacionales sin tomar en cuenta razones morales o éticas. Prueba de ellos fue la declaración de guerra de la católica Francia en contra de su correligionaria Austria aliándose los galos con la protestante Suecia. ¿Los motivos de Francia de atacar Austria?, contener a su rival Europeo y evitar ser “cercada” por los austrias que gobernaban también en los Países Bajos y España… raison d´etat.

Europa, como ninguna otra civilización en la historia, alcanzó tal desarrollo tecnológico, económico, comercial, intelectual y científico, en relación con otras civilizaciones en otras latitudes, esta posición de poder superior los llevó a emprender conquistas y colonizaciones por todo el mundo. Desde América hasta Asia, pasando por África, los barcos repletos soldados, de cañones y pólvora paseaban sus velas por los extensos mares imponiendo comercio y obediencia a los pueblos “inferiores” a razón de fuego, acero y sangre. Ni Alejandro Magno, ni Roma, ni Gengis Khan, y ninguna otra civilización logró establecer su influencia a nivel mundial.

En 1815, Klemens Wenzel Lothar von Metternich y Robert Stewart Castlereagh, invocaban dos principios para reestablecer el equilibrio europeo; el de la legitimidad, esto no era más que desdeñar los pensamientos de la Revolución Francesa, invocando que por designio divino los Reyes eran los elegidos para ser soberanos absolutos. El otro principio era la balanza de poder, se reconocen como potencias de primer orden a Inglaterra, Rusia, Austria, Prusia y aceptan a la derrotada Francia, a la que se le impuso retornar a sus fronteras pre-revolucionarias, formaron una pentarquía de naciones que controlaban un sistema internacional multipolar. Para mantener el equilibrio se forma una coalición antifrancesa entre el resto de las naciones de elite, es así como nace la Santa Alianza entre Rusia, Prusia y Austria, a la que Inglaterra se añadiría para formar la Cuádruple Alianza, con el objetivo preciso de contener un futuro resurgimiento de ideas revolucionarias en Francia o peor aún que un Bonaparte regresara al poder.

El Sistema Clásico de Transición nace en el Congreso de Viena de 1815 y se extiende hasta 1919 con la finalización de la Primera Guerra Mundial, teniendo un breve periodo de ficticio “alargamiento de vida” hasta 1945, cuando finaliza la Segunda Guerra Mundial feneciendo así definitivamente el sistema europeo multipolar, para dar paso a la hegemonía Estadounidense por una parte y Soviética por otro, surgiendo un sistema bipolar que evocaría las hostilidades entre las simmaquias de Atenas y Esparta en el mundo griego de 2500 años atrás.

En el siglo XIX se haría aun más grande la brecha de desarrollo entre Europa y el resto de las regiones del mundo. Inglaterra se industrializa colocándola en una situación dominante sobre el resto de las naciones del continente, si bien es cierto que después de 1815 los apetitos imperiales europeos se verían temporalmente saciados por unos 60 o 70 años hasta que resurgiera de nuevo, en el último cuarto del siglo XIX, renovada y más voraz hambre de conquista. A excepción de las revoluciones de 1848 y la Guerra de Crimea (1854 -1856), Europa gozó de estabilidad y paz, es decir, el sistema funcionaba.

Sin embargo en el corazón de Europa surgiría el factor desequilibrante del sistema. En 1648, Richelieu se había encargado que el centro de Europa no surgiera un estado alemán unificado y fuerte que rivalizara con Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico era una amalgama de 350 mini estados que no representaban amenaza alguna, luego en 1815 con el reordenamiento de las fronteras se creo una confederación de 39 estados alemanes, ya en 1806 Napoleón había desintegrado el viejo Reich, se allanaba el camino para una eventual unificación alemana.

Otto von Bismarck, militar, político y diplomático prusiano, fue el genio que logró la unificación alemana. ¿Cómo lo logro?, pues aplicando en su manera más pura la Raison d´ Etat o mejor dicho con Realpolitik. En 1864, aliada con Austria, Prusia emprende una limitada guerra contra Dinamarca por los Ducados y Schleswig-Holstein; en 1866, alegando mala administración austriaca en los ducados, aprovecha que Austria estaba inmiscuida en el conflicto de unificación italiana para atacarla, el resultado de la guerra fue la anexión de Hanóver, Hesse-Kassel, Nassau y Fráncfort del Meno a Prusia, creando la Confederación Alemana del Norte, que incluía 22 estado alemanes, sustituyendo a la Confederación Germánica creada en 1815. Finalmente en 1870, un asunto de escogencia de Rey en España motivo una disputa entre el Rey prusiano Guillermo I y Napoleón III, que llevó a la guerra franco-prusiana, los Estados alemanes del Sur se unen a la Confederación del Norte, Francia es humillada por el poderoso y bien organizado ejercito prusiano y Bismarck consigue con tres guerras unificar a Alemania en un poderoso imperio y Guillermo I se hace aclamar Emperador, surge así el segundo Reich.

Artífice de la unificación alemana, el viejo estadista prusiano, el "Canciller de Hierro", crea un complicado sistema de alianzas, llamados en honor a su creador “sistemas bismarckianos o bismarquinos”. Los sistemas concebidos eran de carácter defensivo y perseguía aislar a Francia, dejándola impotente de hacer alianzas con otra potencia, particularmente con Rusia, evitando un doble frente oriental y occidental que atacaran simultáneamente al naciente imperio alemán. Solo un político con la genialidad de Bismarck pudo incluir en una misma alianza a austriacos y rusos que tenían intereses encontrados en los Balcanes, so pena de la afretan a Rusia por parte de Austria en la Guerra de Crimea.

El orden nacido de Viena, estaba herido de muerte, la desconfianza mutua entre las potencias conllevo a un aumento en los gastos de defensa por parte de las grandes potencias, lo que ha sido conocido como “la paz armada” al periodo comprendido entre 1871 hasta 1914 cuando estalla la Gran Guerra.

El 28 de junio de 1914, en una calle de Sarajevo es asesinado por un estudiante serbio-bosnio llamado Gavrilo Princip, el heredero al trono dual del Imperio Austro-Húngaro, el archiduque Francisco Fernando, Príncipe Imperial de Austria y Real de Hungría y Bohemia, sobrino del viejo Emperador Francisco José. Este suceso fue el detonante de una de las Guerras más brutales que haya conocido la humanidad, la Primera Guerra Mundial. Los líderes europeos calcularon erróneamente que la duración de la guerra sería corta y que después de unos meses se podría llegar a una paz de compromiso.

El 11 de noviembre de 1918 llegaría a termino la guerra más devastadora que la humanidad haya conocido hasta ese tiempo, millones de muerte e inválidos, ruina material y penurias psicológicas incalculables fue el legado de ese absurda guerra que detonó por el exacerbado nacionalismo de un joven serbio, pero que tiene sus causa más profundas en el inestable equilibrio surgido de los sistemas bismarquinos, la inescrupulosa política de Guillermo II, la rivalidad colonial de las grandes potencias, la miopía política de los lideres europeos, y la incapacidad de los alto mandos militares para adaptar sus estrategias a los nuevos cambios tecnológicos que produjeron armas más devastadoras que la mente humana imaginara hasta principios del siglo XX, estos fueron los ingredientes letales para el estallido de la Gran Guerra.

La Primera Guerra Mundial fue el punto de quiebre de la hegemonía mundial europea, después de los Acuerdos de Versalles, que más que un acuerdo de paz resulto ser un armisticio, de hecho, en realidad fue el caldo de cultivo para un conflicto aun más aterrador y apocalíptico, la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos y Japón, quienes desde finales del siglo XIX y principios del XX, ya desafiaban el liderazgo exclusivo de Europa en los asuntos mundiales, fueron las naciones más beneficiadas de la guerra. Washintong, D.C. y Tokio podían escribir sus nombres al lado de París, Londres y Berlín como las capitales de las naciones más poderosas del globo terráqueo.

El presidente de los Estados Unidos de América, Woodrow Wilson, había propuesto sus famosos 14 puntos, que constaban de propuestas tan idealistas como imposibles de poner en práctica, por lo menos no en la mentalidad política dominante a comienzos del pasado siglo. Precisamente el punto catorce rezaba así: “Deberá crearse una Sociedad general de las Naciones en virtud de acuerdos formales, que tenga por objeto ofrecer garantías recíprocas de independencia política y territorial tanto a los pequeños como a los grandes estados”. En síntesis, Wilson proponía el respeto a las nacionalidades, es decir, la autodeterminación de los pueblos a tener el gobierno y la nacionalidad que quisieran; reducción de los armamentos nacionales al mínimo posible; desaparición de la diplomacia secreta o lo que es lo mismo decir, los tratados internacionales deberán de ser de carácter público; y supresión de las barreras comerciales.

La Sociedad de las Naciones llegaría a ver la luz, pero nacería con defectos congénitos, la propia nación de Wilson le dio la espalda y el congreso estadounidense no ratificó la entrada de la unión americana a la Sociedad de las Naciones, volteando su cara hacia el lado contrario de Europa, el gigante del norte volvía a su feliz aislacionismo, Europa artificialmente conservaría por casi tres décadas más su preponderancia internacional. Aunque ya estaban sentadas las bases para un mundo bipolar dominado por rusos y estadounidenses.

La enorme carga económica impuesta a Alemania por concepto de reparaciones de guerra y el crack económico de los años treintas, fueron causa fundamental para el surgimiento de un nacionalismo alemán con ánimos revanchista por las humillaciones del Tratado de Versalles de 1919. En 1933 la República del Weimar cae y el Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, mejor conocido por el partido Nazi, llega al poder de manos de Adolfo Hitler. Se inicia entonces uno de los momentos más oscuros en la historia alemana y europea, el Tercer Reich.

Alemania comienza su rearme, y en solo 5 años ya estaba listo para amenazar a sus vecinos, la primera víctima fue Austria. En 1938 el país alpino se limitaba a ser anexada a Alemania como un estado alemán llamado "Ostmark"; el siguiente golpe sería dado en los Sudetes, Checoslovaquia, la población era en su mayoría de ascendencia germana y Alemania reclamaba que estaban siendo mal tratados por las autoridades checoslovacas. Finalmente en uno de los acuerdos más cobardes, irresponsables e ingenuos que la humanidad haya conocido, el francés Edouard Daladier y el primer ministro inglés Neville Chamberlain, siguiendo una Política de apaciguamiento, aceptan la anexión alemana de los sudetes, creyendo con ello que Hitler se conformaría con tan poco y se evitaría la guerra, al parecer ninguno de ellos, ni sus asesores habían leído el Mein Kampf escrito por Hitler en los meses que paso en la cárcel. En marzo de 1939, sería invadida el resto de Checoslovaquia.

Con la invasión alemana a Polonia el 1 de septiembre de 1939, se inicia la Segunda Guerra Mundial. El conflicto se extiende por cuatro continentes, solo América resulto indemne de que se luchara en su territorio, las nuevas maquinas de guerra eran capaces de causar enorme destrucción como nunca antes se había visto, la población civil sufrió grandes penalidades y el numero de bajas fue incluso superiores a las muertes de los combatientes, ciudades enteras fueron arrasadas por los bombardeos, Stalingrado, Dresde, Hiroshima y Nagasaki son prueba del enorme poder destructivo de las nuevas armas, siendo las ciudades japonesa antes citadas, las testigos en “carne propia” del nacimiento del arma más terrorífica de todas, las armas nucleares.

Seis años después del ataque alemán contra Polonia, el 2 de septiembre de 1945, en el Acorazado Missouri de la armada estadounidense, se firma el tratado de rendición japonesa, finalizaba así un conflicto que transformaría radicalmente las relaciones internacionales como se concebían hasta ese entonces. El fin del mundo multipolar dominado por Europa había llegado a su fin, surgían dos superpotencias extra europeas, Estados Unidos y la Unión Soviética. Cada una con su área de influencia e ideologías totalmente contrapuestas, el mundo bipolar era la nueva realidad.

El advenimiento de una nueva era en las relaciones internacionales sería marcado por un enfrentamiento ideológico más que de intereses, la capitalista Estados Unidos y la comunista Unión Soviética, antiguos aliados contra los nazis alemanes, ahora se disputan el dominio mundial. La desconfianza que mutuamente se tenían Truman y Stalin, no contribuyó en nada la distensión en las relaciones de las nuevas superpotencias. La política exterior de los Estados Unidos de “contención” del comunismo terminó por colocarla en el lado opuesto de la Unión Soviética. Walter Lippman, periodista estadounidense, llamó a esta situación Cold War , Guerra Fría.

La Sociedad de las Naciones, organismo inoperante e inservible para evitar la guerra, fue sustituida por la ONU. La Carta de las Naciones Unidas se firma el 26 de junio de 1945. El nuevo organismo supranacional sería el nuevo encargado de regir de acuerdo con el derecho internacional las disputas que pudieran surgir entre los países. Uno de las primeras misiones de la O.N.U. fue la de impulsar el proceso de descolonización tanto en Asia como en África, proceso que duró desde 1945 hasta 1965, gracias a este proceso la cantidad de miembros de la O.N.U. se triplicó en este periodo.

Un rasgo preponderante de las relaciones internacionales en el mundo bipolar, es que los enfrentamientos de las grandes potencias se dieron en la periferia: guerra de Corea, guerra de Vietnam, guerras árabes-israelíes, Crisis de los misiles en Cuba, guerras civiles en Centroamérica, son solo algunos de los muchos conflictos librados en la que cada bando estaba apoyado por un u otra superpotencia pero sin llegar atacarse directamente entre ellas. Esto se explica por la posesión de ambas de armamento nuclear, que funcionaba como disuasivo de ataque mutuo, esta doctrina recibió el nombre de Destrucción Mutua Asegurada, Mutual Assured Destruction, MAD por sus siglas en ingles.

Finalizando la década de los 80 del siglo XX, la humanidad en un mundo globalizado es testigo en sus televisores como en Berlín la gente con sus manos, con martillo, con lo que fuera derrumbaba el muro que los había dividido por más casi tres décadas, caía así un símbolo físico de la separación de Europa en dos bloques opuestos. La reunificación alemana ya no despertaba el temor que más de un siglo atrás representó la creación del imperio Alemán, esta unificación fue recibida con esperanza y como el nacimiento de una nueva era de paz y unidad.

Dos años después la Unión Soviética, gigante con pies de barro, se derrumbaba sobre sus propios cimientos, terminaba así un periodo que sería conocido con el nombre de Post-Guerra, para dar paso a la Post-Guerra Fría. La victoria de Occidente, la victoria del Capitalismo, la victoria de la democracia y la libertad fue ovacionada en casi todos los rincones del planeta, el presidente de los Estados Unidos, George Bush, hablaba de una nueva era de paz, intelectuales como Francis Fukuyama llegaron a escribir sobre el “Final de la Historia” y afirmar que el nuevo mundo unipolar sería dominado por los Estados Unidos y los valores que este representaba.

El mundo de post-guerra fría muy lejos estuvo de ser ese mundo de amor y paz que proclamaba anticipadamente Bush padre. En 1990 Irak invade y se anexiona el pequeño estado petrolero de Kuwait, al año siguiente la coalición bélica más grande desde la segunda guerra mundial expulsaba a las tropas de Sadam Hussein del pequeño Emirato árabe con un número de bajas mínimas (para los aliados) gracias al despliegue de tecnología militar de última generación. Estados Unidos se vislumbraba como la única potencia global y no fueron pocos los que proclamaron un mundo unipolar. ¿Por cuánto tiempo?.

El 11 de septiembre de 2001, dos aviones comerciales se estrellan en las torres 1 y 2 del World Trade Center de Nueva York, un tercer avión se estrella en el Pentágono en Washintong, D.C., mientras que un cuarto avión, presuntamente dirigido hacia la Casa Blanca era interceptado y derribado antes de llegar a su objetivo. Casi 3,000 civiles murieron en el acto terrorista más sangriento ocurrido en los Estados Unidos de América. Las relaciones internacionales serían modificadas a partir de este momento. Estados Unidos comenzó una nueva doctrina de defensa. ¡La historia está en pleno desarrollo!.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dejeme decirle que este es uno de los articulos mas vistos en la web de FUNCEJI actualmente tiene 997 visitas registradas, sin duda alguna muchos estudiantes de relaciones internacionales hispanohablantes deben de estarle muy agradecido. Y le aseguro que por ahi deben a ver muchas tareas o trabajos con un copy paste de este articulo.

Saludos!!

P.D. A por cierto a ver si se anima y nos escribe algo de la Politica Exterior de Venezuela y su Presidente Hugo Chavez!!